Redacción - La Estrella
Temor, tensión y mucha incertidumbre, es lo que se vive a diario en los pasillos de Urgencia del Hospital Carlos Cisternas de Calama. Es ahí donde llegan en cada momento, personas con distintas patologías, entre ellas, la más letal de los últimos tiempos: el coronavirus. Los pacientes se categorizan por síntomas, para que posteriormente sean derivados a diferentes áreas. La labor es ardua para todos estos funcionarios de la salud, que se ven enfrentados a diario con esta nueva pandemia. Nos contaron de sus miedos, anécdotas y también esperanza.
Alina Pava, de 37 años, es enfermera de Urgencia de este recinto hospitalario y recordó emocionada aquellos días en que se levantaba junto a sus dos hijos pequeños a eso de las 5 de la mañana, para vestirlos, darles desayuno y llevarlos a la escuela, para luego dirigirse a su turno de trabajo.
Una situación que quedó completamente detenida, desde que apareció el temido COVID-19. Atrás quedaron esas risas mañaneras, incluso se tuvo que cambiar de casa para evitar que los pequeños se contagiaran y ahora vive en un intenso aislamiento social, producto que sus vecinos indirectamente la rechazan por ser funcionaria de salud.
"Esto nos ha golpeado anímicamente a todos. Hay una gran parte de la población que por estos días nos respeta mucho, pero hay otra que sin mentir, nos mira como bichos raros, solo por saber en qué trabajamos. Todos los días, cuando salgo de mi casa y bajo las escaleras, voy escuchando que a mi paso el spray que van tirando los vecinos, es una situación que desgarra el alma, porque yo no los conozco y ellos tampoco, pero sin conocerme me sienten un peligro", explicó la trabajadora.
Con un nudo en la garganta, dijo que lo que más le ha costado en este tiempo, fue alejarse de sus hijos de 7 y 10 años por prevención. Todo por que tiene terror de que ellos se puedan contagiar, pese a que ella extrema todas las precauciones para no enfermarse.
"Cuesta mucho, no puedo abrazarlos, acercarme a ellos, darles un beso, ya no queda esa parte materna, porque uno queda como perseguido. Cuando los voy a ver, debo hablarles desde lejos, antes nos dábamos bendiciones y mucho cariño. Ahora no hay nada de eso. Yo tomo todas las medidas preventivas, me protejo al máximo, el lavado de manos, me baño constantemente, pero igual tengo mucho miedo de que ellos se contagien con el coronavirus", añadió Pava.
Primera línea
Alina representa el sentir de varios de sus compañeros del HCC, a los cuales denominó "su familia", ya que llevan semanas trabajando intensamente en medio de esta pandemia.
Ya no es lo mismo de antes, deben incluso exagerar al momento de cubrir su cuerpo de forma preventiva con overoles, mascarillas y hasta dos pares de guantes para evitar contagiarse.
"La gente no le toma el peso a lo que estamos viviendo, hemos visto pacientes con COVID-19, los que realmente están muy complicados, les cuesta respirar, desesperados, se les observa en sus cuerpos que la situación es diferente, es algo que no habíamos visto antes, un virus del cual estamos recién conociendo", añadió la enfermera.
Trabajo en equipo
Otro de los que relató su experiencia es el médico y urgenciólogo, Igor Leyton. Luego de una gran experiencia en importantes recintos hospitalarios públicos a nivela nacional, llegó a este desafío en Calama, en enero de 2020, sin imaginarse que iba a vivir esta pandemia en el Hospital Carlos Cisternas.
"Claro que ha sido desgastante, porque nosotros como funcionarios de salud, también nos enfermamos y cuando enfermamos, dejamos de tener entre comillas a nuestros "soldados" en primera línea. Por supuesto que a ratos uno se siente un poco desvalido porque definitivamente el desconocimiento de esta situación a ratos nos ha puesto un poco en jaque. Pero afortunadamente, el esfuerzo de todos que ha tenido un manejo y entrenamiento en equipo, porque no hay manera de hacerle frente, el esfuerzo a nivel salud y gubernamental, nos permite como región tener una gran respuesta hasta el momento".