Descubridores de los receptores de temperatura y tacto ganan el Nobel
Los hallazgos de David Julius y Ardem Patapoutian, que se llevaron el galardón de Medicina, han facilitado el desarrollo de tratamientos contra el dolor.
Agencia EFE / N.E.
El Premio Nobel de Medicina 2021 se lo llevaron los estadounidenses David Julius y Ardem Patapoutian por el descubrimiento de los receptores de la temperatura y el tacto, lo que permitió conocer cómo los estímulos se trasladan al sistema nervioso, facilitando el desarrollo de tratamientos contra el dolor agudo y crónico.
Julius identificó un sensor en las terminaciones nerviosas de la piel que responde al calor y Patapouitian una nueva clase de sensores que reaccionan a estímulos mecánicos en la piel y en órganos internos, revelando "eslabones perdidos cruciales" en la comprensión de la relación entre los sentidos y el medio ambiente, afirmó la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo.
El fallo resalta que los hallazgos "pioneros" de los dos científicos han ayudado a comprender "cómo el calor, el frío y los estímulos mecánicos pueden poner en marcha los impulsos nerviosos que nos permiten percibir y adaptarnos al mundo que nos rodea".
"Este descubrimiento revela uno de los secretos de la naturaleza", indicó en la rueda de prensa en que se anunció el premio el secretario del Comité Nobel, Thomas Perlmann, quien agregó que se trata de un mecanismo "crucial para nuestra supervivencia". Es un hallazgo "muy importante y profundo".
El presidente del Comité Nobel de Medicina, Niels Borth, destacó, en tanto, que hay muchos males en los que está presente el dolor y que los receptores identificados por los premiados "serán una diana para el desarrollo de fármacos en el futuro".
Los mecanismos que están detrás de los sentidos han sido por siglos objeto de especulación, según el Instituto Karolinska, que resaltó cómo ya en el siglo XVII el filósofo francés René Descartes imaginó hilos que conectaban distintas partes de la piel con el cerebro.
Los estadounidenses Joseph Erlanger y Herbert Gasser recibieron el Nobel de Medicina en 1944 por descubrir varios tipos de fibras nerviosas que reaccionan a distintos estímulos, y más tarde se demostró que las células nerviosas están especializadas en detectar y transformar distintas clases de estímulos. Pero faltaba por resolver cómo esos estímulos se convertían en impulsos eléctricos en el sistema nervioso.
El picante y el calor
A fines de la década de 1990, Julius y su equipo de investigadores en la U. de California se dedicaron a estudiar cómo la capsaicina, alcaloide responsable del sabor característico del ají, provocaba la sensación de quemazón en la boca al masticar ese fruto.
Tras crear una biblioteca con millones de fragmentos de ADN correspondientes a genes expresados en neuronas sensoriales que pueden reaccionar al dolor, calor y tacto, identificaron uno que podía hacer que las células fueran sensibles al calor, bautizado como TRPV1.
Ese descubrimiento abrió el camino para hallar otros receptores sensibles a las temperaturas, como el TRPM8, activado por el frío e identificado de forma separada por los galardonados con el Nobel.
Revelados los mecanismos para la sensación de temperatura, faltaba conocer cómo otros estímulos eran convertidos en nuestros sentidos de tacto y tensión, de lo que se encargaría Ardem Patapoutian, estadounidense de origen libanés que trabajaba en el instituto Scripps Research, también de California.
Patapoutian encontró primero una línea de células que desprendía una señal eléctrica medible en la que cada célula era recogida con una micropipeta, y acabó identificando el gen responsable de la fuerza mecánica del estiramiento, de la percepción de la presión en la piel y los vasos sanguíneos. Y bautizó ese gen y otro similar hallado luego con la palabra griega para presión: piezo.
Estudios posteriores revelaron que el receptor Piezo2 es esencial para la sensación del tacto y juega un papel determinante en la sensación de posición y movimiento corporales. "Nos ayudan a distinguir entre una suave brisa y el pinchazo de un cactus, y también nos indican cuándo nos ha subido la presión sanguínea o cuándo tenemos la vejiga llena", dijo hace dos semanas Patapoutian, cuando recibió con su colega Julius el Premio Fronteras del Conocimiento que entrega Fundación BBVA.
Ésta distinguió a principios de año a ambos investigadores con ese galardón, en la categoría de Biología y Biomedicina, por el mismo descubrimiento que ahora les valió el Nobel.