Los 107 años de la casona de Gatico y algunas de las visitas que por allí pasaron
En 1914 se construyó el imponente y elegante chalet, por donde pasaron diversas figuras de la política, iglesia y también del espectáculo, mientras la pobreza azotaba a la ciudad.
Son 55 kilómetros los que separan a Gatico, antiguo yacimiento minero de mediados del siglo XIX y primeras décadas del XX, con Tocopilla.
Unas pocas ruinas quedan en la costa, pero con ellas no se logra dimensionar la importancia y grandeza de esa ciudad y yacimiento minero… Pero hay una que ha permanecido casi inalterable hace más de un siglo.
Se trata de la antigua casona de Gatico, también llamado "castillo", el cual ahora -107 años después de su construcción- sigue sorprendiendo, por ende, en esos años aún más, ya que todas las viviendas alrededor eran muy precarias. Aquello es lo que señala el historiador tocopillano, Damir Galaz-Mandakovic Fernández, en su libro "Memorias de la ciudad de Gatico. Minería y sociedad (1832 - 1940)".
Identidad
De acuerdo a lo indicado por Galaz-Mandakovic, "en un contexto de casas y ranchos de materiales precarios, como calaminas, fonolitas, latones y cierres perimetrales con maderas disparejas, la Compañía Minera de Gatico construyó en el año 1914 una casa de administración que con el paso del tiempo constituiría el principal sello arquitectónico de Gatico. Un chalet que devino en la identidad visual del poblado".
Aquel "castillo" se mantiene imponente, alto y elegante entre la carretera y el mar, construido justo arriba de unos roqueríos y con una "nueva materialidad y escala", ha resistido el paso de 107 años desde que el gerente de la minera gatiqueña, Thomas Peddar, iniciara las obras.
Aparte de ser una casona donde se realizaban actividades de administración de la empresa del lugar, "también contaba con una sala de billar y una oficina pagadora para los empleados y obreros de la compañía", relata el libro.
"El inmueble posee una dimensión aproximada de 400 metros cuadrados. En el diseño, destacaban un hall central, un gran subterráneo y balcones superiores que facilitaban una visual panorámica de las instalaciones industriales y del puerto (...) El inmueble también disponía de seis grandes habitaciones autónomas, las que estaban lujosamente amobladas y alfombradas; además de dos salones de estar, una cocina y comedores amplios. Incluso, en su patio interior se construyó un jardín", indica el libro.
Por un lado, el "castillo" de Gatico era el espacio de los negocios y los banquetes de la élite minera, pero también "fue el espacio de la clausura para los obreros y pirquineros que comenzaron a evidenciar la segregación urbana y de la asimetría social, económica y material de la urbe minera costera".
Y es que mientras los trabajadores pasaban las noches en viviendas precarias de calaminas y latones, en la imponente casona se recibía y agasajaba a importantes visitas.
"Así quedó constatado con la visita que realizó a Gatico el obispo y vicario de Antofagasta, monseñor Luis Silva Lezaeta, acompañado de su secretario particular, el presbítero Luis del Valle, en enero de 1928", indica el historiador.
Y aquello se corrobora con la edición del 13 de enero de 1928 de este mismo Diario, donde se señaló que "la Administración de Gatico, a cargo de Mr. Douglas Martin ofreció al viajero ilustre uno de los departamentos del chalet, donde fue agasajado conforme a su rango con exquisitas atenciones".
Un mago en gatico
Tres años antes del inicio de la caída en desgracia de Gatico, la casona y los jefes de la Compañía Minera, tuvieron otra visita insigne.
Se trató del famoso mago estadounidense James Stevenson, "considerado dentro de los 50 magos más famosos del mundo en las dos primeras décadas del siglo XX y que era residente en Chile", señala el libro.
Fue así que en el contexto de las Fiestas Patrias de 1929, "la empresa ofreció una exhibición de prestidigitación e ilusionismo para autoridades políticas, empresarios mineros y visitas hospedadas en dicha casa de administración, además de algunos empleados y sus familias".
Tal como señala el libro, "con el paso del tiempo, todo desapareció, menos el chalet".
La explotación minera entró en decadencia. No había trabajo y la hambruna comenzó a azotar a Gatico. Las improvisadas y precarias casas desaparecieron, al igual que sus habitantes que se fueron a otros poblados a encontrar trabajo. Sólo quedaron unas pocas ruinas y el imponente castillo que ha sobrevivido al paso de los años desde 1914.
El libro "Memorias de la ciudad de Gatico. Minería y sociedad (1832 - 1940)" puede leerse gratuitamente en la página de su autor: www.tocopillaysuhistoria.blogspot.com. Prontamente se realizará el lanzamiento del libro físico, cuando la situación sanitaria lo permita.