Muere Zalo Reyes, el último gran ídolo de la canción cebolla chilena
Enrique Maluenda y Mario Kreutzberger expresaron su dolor por la partida, a los 69 años, del "Gorrión" de Conchalí".
Leo Riquelme
AA los 69 años y una semana después de salir de un coma inducido, en la tarde de ayer falleció en el Hospital Clínico de la U. de Chile el cantante Zalo Reyes, el último gran exponente de la "canción cebolla nacional", quien se transformó en un símbolo de la música popular y la televisión de los '80.
Su deceso se produjo a causa de las complicaciones de la diabetes que padecía hace años, y de la cual cercanos aseguran que no se cuidaba con el rigor que demandaba su condición.
"A nombre de mi padre les comento que hace un momento acaba de dejar de existir (...) (Lo hizo) acompañado de nosotros y de todas sus oraciones con tanta buena energía. Lo hizo en el sueño y sin sufrir... solo nos queda agradecer tanto cariño y admiración durante estos 40 años de éxitos", escribió su hijo Boris a través de la cuenta oficial de Instagram del artista.
Su nombre real era Boris Leonardo González Reyes, el que abrevió a "Zalo" usando un diminutivo de González que le asignaron cuando hizo el servicio militar en la Armada. Su carrera musical la inició en 1967, cuando ganó un festival en Conchalí. Fue tanta su identificación con esta comuna, que mientras Carlos Gardel era conocido como "El Zorzal", Zalo Reyes se hizo llamar "El Gorrión de Conchalí", sector capitalino del que siempre expresó su orgullo.
"Hoy partes dejándonos un profundo vacío en nuestros corazones y te despedimos con tu hermoso canto chileno, querido Gorrión (...) Vuela alto y nunca dejes de cantar", posteó el municipio.
Zalo Reyes fue la voz de temas que son parte del cancionero popular. Entre sus éxitos se cuentan "Con una lágrima en la garganta", "Te regalaré una rosa", "Un ramito de violetas", "Mi prisionera", "María Teresa y Danilo", entre muchos otros que, a 40 años de sonar por primera vez suelen cantarse con fuerza en fiestas y karaokes.
En la consolidación de su carrera fue fundamental la televisión y era habitual en la cartelera del popular programa de TVN El Festival de la Una, en el que comenzó a actuar a fines de los '70 e inicios de los '80.
"No doy más de pena por la muerte del querido Zalo Reyes. Tantas giras, shows y presentaciones juntos, incluso hasta hace un par de años atrás no más. Descansa en paz, Zalito", tuiteó su animador, Enrique Maluenda.
También solía presentarse en los programas de Mario Kreutzberger, como Sábados Gigantes y Noche de Gigantes. "El tenía características y condiciones extraordinarias", dijo en radio Cooperativa "Don Francisco". "Él no tuvo una carrera internacional porque no quiso, porque siempre quiso estar en Chile, con su familia, con sus hijos... capacidad tenía de sobra", añadió.
La periodista especialista en música nacional y autora del libro "Llora, corazón: El latido de la canción cebolla", Marisol García, contó en 24 Horas que el "Gorrión" tenía mucha "habilidad, talento y buen gusto para elegir músicos y canciones", que se vinculaban con la tradición de la canción de amor, el bolero y el vals peruano, pero con un estilo propio. "Es el último ídolo de la canción cebolla nacional", lo definió.
El musicólogo y académico de la U. Diego Portales, Ricardo Martínez, dijo a ese mismo medio que Reyes representaba en Chile la tradición de grandes artistas de la música latinoamericana, como Juan Gabriel y Los Bukis.
Un momento central de su carrera lo marcó su presentación en el Festival de Viña de 1983, cuando conocedores aseguran que terminó cobrando tres veces más de lo que le ofrecían inicialmente, pues él, al tanto de su popularidad y calidad, exigió un pago similar al que recibieron artistas internacionales de esa edición, cuando se presentaron Miami Sound Machine (de Gloria Stefan), José Luis Perales, Emmanuel, Ana Belén, Víctor Manuel y Paloma San Basilio.
Sobre el hito, se supo hace unos años, le dedicó hasta un poema el antipoeta Nicanor Parra: "El hipotético jilguero de Conchalí / un gordito sin voz ni cultura / analfabeto x la gracia de Dios / cebollero / chinchoso / mofletudo / fue la revelación del Festival / un misterio que está por descifrarse / sí señor / una rebelación con belarga / no dejó títere con cabeza".
A esa capacidad sumaba su raigambre con el mundo popular, con el que siempre se sintió identificado y aseguraba que representaba en sus actuaciones, en las que siempre hablaba de la vida que llevaba en su población. "Supo jugar con el clasismo, que está tan instalado en Chile (...) Hacía que todos reconociéramos que nos gustara", dijo Marisol García.