El séptimo piso: un año de labor cumplió la planta del Hospital Regional exclusiva de pacientes Covid
Son casi 60 las camas críticas de esta planta que se armó en la primera ola para enfrentar la peor cara del -en ese entonces desconocido- coronavirus.
Era mayo del año pasado cuando en los pasillos del Hospital Regional (HRA) se comentaba que pronto habría una ampliación de camas críticas, cuando poco a poco la pandemia mostraba que los números en Antofagasta iban subiendo. Cada vez eran más los pacientes positivos de Covid-19 y por lo tanto, los que debían ser hospitalizados.
Hasta que llegó la orden. El enfermero Diego Chapana se dedicaba a cumplir labores en el área de cirugía, antes de la pandemia. Pero cuando comenzó el explosivo incremento de contagios a mediados del año pasado, al joven le avisaron que era uno de los escogidos para hacer frente a la cara más grave del SARS-CoV-2, esa cuyo daño era tal que los pacientes requerirían de una cama UTI y UCI.
Chapana se integró al equipo de profesionales que hasta hoy combaten al patógeno en el piso siete del HRA, una planta exclusiva para recibir a pacientes Covid-19, la que ha llegado a albergar a casi 60 internados por esta enfermedad, la que al principio generaba temor ser desconocida.
Actualmente, se cumplió un año desde que se habilitó el séptimo piso, el mismo desde el cual han salido varios pacientes encapsulados y que fueron trasladados a otras ciudades para despejar un poco la alta congestión de camas.
"Me desayuné con la noticia de que había que armar camas críticas. Me llama mi jefa y me dice que hay que armar una nueva unidad y dentro de eso estaba yo elegido, junto con más colegas", recuerda el profesional.
Lo primero que pasó por la cabeza del enfermero y otros profesionales era el miedo de enfrentar cara a cara a un virus de lo que hasta ese momento sabían por los pocos pacientes que habían llegado al HRA y por todo lo que decía desde antes, en Europa y China, sumando además la experiencia directa de trabajar con pacientes de cuidados intensivos.
"Fue complicado. Era algo tan nuevo, como estar todos los días en una urgencia, tanto que corre el riesgo la vida del paciente y también corre peligro tu vida, porque no sabes a lo que te estabas exponiendo. Entonces, hubo miedo en el principio, y después ya con todos los protocolos que se establecieron de forma eficaz uno comienza a soltarse más con todos los resguardos necesarios".
El profesional añade que uno de los aspectos que más recordará es la cercanía con la muerte. Al estar en cirugía los fallecimientos no eran muy comunes, pero con la llegada de la primera ola, las defunciones a veces ocurrían todos los días, afectando en lo psicológico. No obstante, el trabajo en equipo y el apoyo entre compañeros fue clave para afrontar esos duros momentos.
"El séptimo piso nace por esta gran necesidad de cubrir todos estos casos de pacientes graves y que requieren de ventilación mecánica inmediata. Han cumplido un año de funcionamiento, el trabajo ha sido arduo, con mucho compromiso", dice en tanto, la subdirectora médica del HRA, la doctora Jacqueline Blanchard.
La intensivista cuenta que el trabajo no sólo ha consistido en la lucha contra el virus en las 58 camas críticas que tiene esta ala del HRA, sino que también en el área de rehabilitación que tiene la planta y que busca devolver las habilidades motoras a los internados que por mucho tiempo estuvieron luchando por su vida con un ventilador mecánico.
El trabajo del séptimo piso también creó nuevos equipos, con profesionales que se sumaron en esta pandemia, algunos de otras áreas y hasta de la Atención Primaria, otros nunca habían ejercido o tenían poca experiencia en una UCI.
"La diferencia (con su trabajo antes de la pandemia) muy marcada fue en el personal, en los compañeros nuevos que estaban por primera vez trabajando o que venían de servicios menos complejos. El cambio fuerte fue para ellos y por ser una enfermera de las antiguas, lo que se hizo fue colaborar en la capacitación de esos colegas, lo que fue en la marcha porque los pacientes llegaban igual", complementa Karen Bustos de la UTI y con 20 años de trabajo en el HRA.
Ahora el trabajo es más armonioso. Aquellos que no tenían experiencia son hoy los experimentados que entregan sus conocimientos a nuevos, porque ha pasado un año pero el trabajo del séptimo piso no se detiene.
"Hubo miedo al principio (de contagiarse) y ya con todos los protocolos uno comienza a soltarse más"
Diego Chapana, enfermero de la UTI del séptimo piso.